domingo, 5 de octubre de 2008

A mi hermano

Sus inmensos ojos me cautivaron en el primer momento en que los vi, era tan pequeñito, tan gracioso, tan tierno, que no me importo que apareciera en nuestras vidas sin previo aviso. No pregunte nada, solo lo acepté y como pude lo tome entre mis brazos. Era mi juguete preferido, mi compañía, mi hermano menor al que protegía con todas mis fuerza aún con mis escasos ocho años. Me dejaron elegir su nombre, Fabricio Gastón, aunque luego lo llame tiernamente Tony. De repente los biberones, los juguetes, la ropa de bebé inundo la casa y mi tiempo fue suyo, mis días fueron suyos, mi felicidad fue suya.
No entendí muy bien porque vinieron un día y se lo llevaron, mis lágrimas no cambiarían las cosas y las explicaciones de mi Mamila tampoco me conformaron, mi inocencia no podía comprender las del mundo de los grandes.
Pero así como se lo llevaron un día lo volvieron a traer a mi lado, estaba mas flaquito, mas desmejorado, pero esos ojos seguían siendo los mismos, pidiendo amor, el que yo le quería dar a borbotones...
Era el bebé mas hermoso del mundo con esa sonrisa contagiosa y esos rulos suaves y castaños...mi compañero de juegos...Aprendí a preparar biberones cada tres horas, a cambiar pañales, a hacer de papá, mamá, hermano, niñera, amigo y todo con mucho amor y con ganas. Pasábamos muchas horas los dos solos sin darnos cuanta el porque, solo creíamos tenernos el uno al otro para todo.
De repente un día nos separaron, esta vez me toco a mi, lo deje llorando sin que entendiera que pasaba pero presintiendo que era una despedida ...y nunca me lo perdono. Nunca entendió que yo también era un niño, que yo no sabia tampoco que pasaba, que igual que a él los problemas de los mayores también me afectaron, sufrí y me dolió.
Y nos apartaron, crecimos alejados. La tristeza de haber dejado a mi niño luego se transformo en culpa que con mi incipiente madurez tuve que saber sobrellevar. Luego esa culpa se disolvió con el tiempo y cuando casi estaba excento de ella las vuelta de este mundo nos puso frente a frente otra vez.
Pero las cosas no eran como hace años atrás, claro que no. Su niñez había sido muy difícil y su rechazo y rebeldía era algo lógico pero muy poco comprencible para muchos, era un niño y los niños son inocentes, puros y no tiene la culpa de la vida...En ese periodo de convivencia, que al principio fue caótico, aprendí a amarlo otra vez, a sentirlo mio, como cuando sabía llorar y yo corría a su lado por su mamadera...
A sus nueve años me fui, nos separamos por las vueltas que da esta vida, por segunda vez se quedo sin su hermano mayor y su silencio y resignación lo sentí por años en mis espaldas y en mi corazón.
Me perdí su niñez, sus primeras corridas, sus primeras palabras...y su adolescencia....
Ahora es un hombre, a veces cree que demasiado para su edad, a veces creo que mucho menos para los años vividos. Aún sin poder dar vuelta la página, sin terminar de entender que la vida te pega bofetadas pero no para culpar a nadie, sino para aprender, para seguir. Que la existencia es lo que viene y no lo que queda atrás.Que solo hay que dejarse querer para ver lo mucho que puede valer y lo importante que es para los demás.
Somos tan diferentes y tan parecidos a la vez, muchas veces creo verme en sus actitudes y quisiera abrazarlo y no soltarlo nunca más queriendo que vuelva ser ese pequeñito que arrancaron de mi lado, recuperar ese tiempo perdido.

Es mi hermano, el ser que marco mi vida cuando me miro con sus grandes ojitos desde los brazos de mi madre cuando llegó a casa, mi hermano ausente porque no lo tuve cerca mío y cuando estuvo no lo supe aprovechar...mi hermano, la persona incomprendida que aún no sabe que la vida es larga, que queda mucha felicidad por conquistar y por vivir...ruego a Dios para que lo descubra ...y que me deje estar allí a su lado para compartirla.