sábado, 27 de septiembre de 2008

La niñez

7 Abril 2008




La niñez, el estado mas puro de la vida. Un tiempo de nuestros primeros días en los cuales la fantasía y la alegría invaden cada momento, cada mirada, cada pensamiento, cuando el único fantasma es el que inventamos con la imaginación.
Momento en el cual ser el centro del mundo llamado familia es el único objetivo...esperar las caricias sobre las mejillas, los mimos, los regalos, las fiestas por descubrir el universo que comienza a aparecer ante los ojos. Y saber que nada malo puede pasar, que nada amenazara, porque siempre habrá alguién allí para proteger, cuidar, para decir "aquí estoy", y ver como ese súper héroe de cómic nunca fallará.
La inocencia, la de los cortos años vividos aún, absorto de lo que hay mas allá de lo que las miradas pueden mostrar y saber...jugando a jugar, creyendo haber vivido todo sin haber vivido casi nada...y soñando...soñando que ser ese ser invensible, capaz de volar a mundos desconocidos, de desaparecer entre la gente, de ser importante para todos, no es imposible para un niño, no para este niño. Una ingenuidad maravillosa creada en cada juego con esos seres fantaciosos, con duendes buenos que ayudan a escondernos, que nos hacen reír sin querer.
La dependencia, del cariño, de la protección, del amor, muchas veces consentida y exigida, reclamada. Una sumisión necesaria en un vinculo desigual pero justo. Siempre en la busca de esa aura protectora que envuelve y hace que te dejes llevar, no importa dónde, sabes que estará allí. Todos los animales luego de nacer dependen de otros para sobrevivir, el ser humano mas aún, necesita de otro ser, para aprender, para sentir, para vivir. La dependencia del amor.


Y el llanto, el llanto injusto que llega sin saber muy bien el porqué, sin esperarlo y sin comprenderlo. Simplemente aparece y por mas que se busquen las respuestas no se entienden, no entran en la cabecita de un soldado de juguete más. Como es que en un mundo de cochesitos a cuerda y crayones gastados puede existir el dolor, el lamento, la experiencia desconocida que marca y enseña a la vez ...para terminar dando cuenta que eso mucho tiene que ver con crecer.
En mi niñez hubo mucho de estos ingredientes, mucho amor, demasiado, el de mis padres, el de mis tías, abuelas, de gente que estaba alrededor. Fui tan inocente, tanto, que muchas veces añoro esa pureza, ese no saber, esa falta de maldad, lástima que se termina...Dependí de mucho, y de muchos, aunque esas dependencias desaparecieron prematuramente, la vida me apuro y hubo que madurar, me faltaron cosas, sentimientos, personas, y aprendí que solo, cuesta, pero se puede. Y el llanto, claro que estuvo, está y estará, eso y la vida forman una simbiosis en la cual ninguna exite sin la otra, no lo justifico, pero si estoy seguro que si no lloras, es porque no has vivido.
Pero con lágrimas y todo, aún añoro esa niñez en la que fuí muy felíz a mi manera y que duró poco. Quisiera volver por unos instantes a probar nuevamente esa sensación tan especial que me cautivó y arropó, volver a sentir el calor de los abrazos que tenia a lo largo del día sin tener que pedirlos, volver a correr para esperar a papá cuando llegaba del trabajo y buscar entre sus cosas la golosina de siempre...volver a creer que esos juguetes que encontraba debajo de la cama me los dejaban los "Reyes Magos", imaginarme y crear un mundo completando los "kalkitos", mostrar con orgullo cada ropa con la que me vestía mi madre...tantas cosas...
Hoy con nostalgia debo aceptar que el tiempo pasa y que no regresa, solo queda en lo mas profundo de mi ser esa linda sensación de la niñez, de haberla vivido y disfrutado al máximo, y estar orgulloso que aún, a pesar del tiempo, la esencia de la misma sigue dentro de mi.

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