viernes, 26 de septiembre de 2008

Tarde de domingo

2 de marzo


Estar solo un domingo por la tarde como que no es un buen plan, pero hay veces que alivia el alma con el respiro que dá la soledad, el silencio, el poder encontrarte contigo mismo y replantear cosas pasadas y porque no cosas futuras.
Al despertarme vinieron a mí recuerdos del ayer, cuando el tiempo no pasaba, cuando las preocupaciones materiales no importaban(quizás porque creía que no existían) y cuando las obligaciones eran muy limitadas: mi adolescencia. En esa etapa de la vida trate de construir un mundo ideal dentro del real, trate de dejar muchos problemas al margen para poder seguir adelante con la vida que se me presentaba.
Para situarlos un poco desde los diez hasta los catorce años estuve viviendo en Capital Federal(Bs.As.), luego regresé a mi ciudad en la provincia de Salta hasta que termine mis estudios secundarios para luego volver a Buenos Aires a estudiar la universidad. En ese tiempo conocí mucha gente y nombrar algunos y no nombrar a otros sería muy descortés, además no me lo perdonarían(igualmente habrá tiempo para ello seguramente), pero, sí tengo que escribir uno de esos nombres: Sandra.
Nos conocimos a la edad de diez u once años, nuestras madres nos enviaban juntos al cine, pero recuerdo que nuestra amistad empezó verdaderamente en Chapadmalal, en esos viajes de fin de curso en el cual apareció ella por detrás y sin saber muy bien quién era me di cuenta que estaba hablando con la que sería luego mi mejor amiga de la adolescencia y de mi juventud.
Y así podría seguir contando miles de anécdotas pero no terminaría jamás. Sandra, una amiga especial que he querido y quiero. Con ella he compartido muchas cosas, muchas experiencias...las primeras salidas, las primeras discotecas, el primer tabaco,nuestras primeras borracheras, en fin cosas que quedaron en mi mente. Paro también compartimos emociones, nos entendimos y comprendimos con las diferentes sensaciones que teníamos en esa etapa de la vida, nos escuchamos, aconsejamos o simplemente compartíamos el silencio, porque en el silencio también decíamos mucho. Éramos como hermanos, reímos, lloramos, nos ilusionamos y hasta compartimos algún fracaso. Una persona excepcional, simple, humilde, alegre, sensible, graciosa, reservada...y podría dar muchos mas adjetivos y estoy seguro que no me equi
vocaría, porque a pesar de que ha pasado el tiempo, sé que la esencia nunca la perderá.
Y dije que "ha pasado el tiempo" y en ese tiempo también han pasado muchas cosas en cuanto a esa grandiosa amistad que para mi fue como un culto. Hubo un silencio, una ausencia que se extendió en el tiempo que me dolió mucho, no sé si fue la distancia, no sé si fué mi culpa, lo cierto es que hasta el día de hoy nunca lo entendí.

Un día cualquiera recibí la llamada esperada de mi amiga eterna invitándome a su boda, a la cual acudí, esa vez y un par de encuentros muy esporádicos fue la relación de amistad que tuvimos desde su silencio.
Se que las cosas cambian, las circunstancias, los tiempos, los amigos, hasta los sentimientos, la vida...pero las personas no cambian. Por eso sé que Sandra sigue siendo tal como era, se que a pesar del tiempo, la distancia, y los diferentes caminos que hemos tomado sigue siendo "ella", la niña de ojos grandes y mirada profunda, la de la sonrisa pícara y la de las palabras reservadas...la amiga que siempre estuvo, pero que también en muchos momentos me faltó; la amiga que hoy sin su presencia, con su silencio, me trae nostalgias...pero que también me da la felicidad de saber que la conocí. A ella va dedicado este domingo de recuerdo, estas palabras tan cargadas de sinceridad y de sencibilidad, espero algún día las pueda leer y saber que aún en el tiempo la recuerdo.

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